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El Quetzal y la primera expedición científica en El Salvador

  • vuelvehojas
  • 9 nov
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 29 nov

El Quetzal (Pharomachrus mocinno), es considerada una de las aves más hermosas del neotrópico. En El Salvador se encuentra principalmente en las montañas del noroeste: Parque Nacional Montecristo (Santa Ana), La Encantada (Chalatenango) y (aunque de forma más rara) también puede verse en cerro El Pital, Chalatenango. Hace unos 140 años esta espectacular ave habitaba en el Volcán de San Salvador; esto lo sabemos por el relato que un tal señor Soundy, propietario de una hacienda de café en dicho volcán, le dijo a un ornitólogo estadounidense y también por otras fuentes de la época (por Volcán de San Salvador, me imagino que se refieren a lo que hoy conocemos como El Boquerón, pero es muy probable que también hayan existido en el cerro vecino a El Boquerón conocido como El Picacho). Encontrar un Quetzal hoy en día en El Boquerón o El Picacho sería casi ciencia ficción.

Cerro El Picacho, Mejicanos, antiguo hogar del Quetzal. Foto: Guillermo Funes

Fue en diciembre de 2017 cuando vi por primera vez un Quetzal en el Parque Nacional Montecristo. Durante diciembre y enero es muy fácil verlos, dado que se congregan en unos árboles llamados Aguacatillos (sin relación con el aguacate común) a comer sus frutos. Pude ver varios individuos, entre ellos, un macho; era un ave fascinante por su color verde tornasol y su inmensa cola que parece un helecho. Tiempo después (por pura coincidencia) descubrí que su nombre científico se relacionaba con la primera expedición científica que visitó El Salvador.

Quetzal (Pharomachrus mocinno) en el Parque Nacional Montecristo, 12dic2017. Foto: Guillermo Funes

Cerca del año 1785, Martín de Sessé (un médico Aragonés), llegó a México para (entre otras cosas) realizar una expedición científica al reino de Nueva España, que más tarde se llamaría la Real Expedición Botánica a Nueva España. Para esta expedición serían reclutados varios científicos y naturalistas, entre ellos: José Longinos (cirujano y naturalista) (español), José Mariano Mociño (médico y botánico) y Vicente De la Cerda (pintor) (estos dós últimos mexicanos o novohispanos). Debido a una seria de eventos, Longinos se adelantó y fue le primero en llegar a Guatemala y desde ahí entró a territorio salvadoreño a principios de 1797 (parece que Longinos tenía opiniones racistas y consideraba inferiores a los novohispanos, por lo cual decidió explorar por su cuenta). Longinos «exploró las denominadas Costas del Bálsamo y después San Salvador, donde cayó enfermo, sin que pudiera proseguir su ruta hacia el sur para llegar hasta Nicaragua como tenía previsto». Por su parte, unos meses después, Mociño y De la Cerda llegaron a Guatemala y si pudieron seguir hasta Costa Rica, no si antes pasar por El Salvador. «Estuvieron en Ahuachapán, Sonsonate, San Salvador, Cojutepeque, San Vicente, Zacatecoluca, San Miguel y Conchachagua [...]. A lo largo de este recorrido, el trabajo de campo fue exhaustivo, las herborizaciones, recogida de datos y dibujos de las distintas especies fueron constantes por todas las localidades por donde transcurrió la expedición...»


Un árbol del bosque seco tropical en Santa Ana, El Salvador. Su nombre científico (Gyrocarpus mocinoi), también hace referencia a José M. Mociño (identificado por el botánico Dagoberto Rodríguez). Esta especie es considerada Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Foto: Guillermo Funes
Un árbol del bosque seco tropical en Santa Ana, El Salvador. Su nombre científico (Gyrocarpus mocinoi), también hace referencia a José M. Mociño (identificado por el botánico Dagoberto Rodríguez). Esta especie es considerada Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la NaturalezaFoto: Guillermo Funes

Quién sabe qué recolectaron y pintaron Mociño y De la Cerda por su paso en lo que hoy conocemos por El Salvador, pero en su viaje de regreso de Costa Rica a Guatemala, pasaron nuevamente por San Salvador, a principios de 1798, justo cuando un terremoto azotó la ciudad. El terremoto los hizo perder varias muestras y dibujos. Mociño, apesarado por la pérdida y desorden de sus muestras, escribió: «...conservamos las flores naturales en alcohol, las cuales, para nuestro pesar desaparecieron al derrumbarse nuestra casa como consecuencia de la destrucción de San Salvador, permaneciendo así, sepultado bajo las ruinas de la desdichada ciudad junto con no poco de nuestra escasa fortuna. Cotizadísimos bálsamos concertados en cristalinos recipientes de vidrios no dejaron de si otro recuerdo que un fuertísimo aroma con el que el polvoriento remolino levantado alteró el olfato de los atemorizados ciudadanos. Nuestro herbario, transportados por los criados en medio de una situación extremadamente confusa y peligrosa aparece dispeso y sin ajustarse criterio alguno de clasificación [...] Ha desaparecido el dibujo de alguna figura que se conservaba para posterior el retoques»


Fragmento de La Gazeta de Guatemala  (periódico histórico de la época colonial) de 1798, informando sobre los temblores en San Salvador y San Miguel y de la presencia de José M. Mociño.
Fragmento de La Gazeta de Guatemala (periódico histórico de la época colonial) de 1798, informando sobre los temblores en San Salvador y San Miguel y de la presencia de José M. Mociño.

Tal parece que el terremoto que experimentaron Mociño y De La Cerda, similar al de 1917, fue causado por la actividad volcánica (probablemente de El Boquerón). Aún cuando Mociño había llegado al país como botánico, era considerado un conocedor de diversos fenómenos naturales así que se le solicito ayuda para entender este fenómeno natural que practicamente habia destruido la ciudad de San Salvador. «Ante esta dramática situación el intendente interino [de San Salvador], Antonio María Aguilar hizo que Mociño analizase «in situ» la actividad del volcán y emitiera el informe que pudiera contribuir no sólo a tomar las medidas más oportunas sino que permitera conocer, desde un punto de vista científico, las características de tan impresionante fenómeno». Mociño subió a El Boquerón, dónde en aquellos años todavía habitaba el mítico Quetzal que, sin saberlo, llevaría su apellido años más tarde. «Mociño ascendió en dos ocasiones a la cumbre del cono volcánico la primera el 8 de ese mes [febrero], cinco días después de la erupción [..] y la segunda la efectuó dos días más tarde, teniendo como acompañantes a un grupo más numeroso, entre los que se encontraban las personalidaes más notables de la Intendencia: el vicario de San Salvador, José Matias Delgado, el doctor José Simeón Cañas, el capitán José Rossi, el subteniente Juan Nájera y otros más. Ante el conmovedor espectáculo del cráter humeante y las consiguientes erupciones y ensordecedores estruendos, la comitiva escuchó atentamente las sabias explicaciones del científico».


Ilustración de Mociño y sus acompañantes (entre ellos José Matías Delgado) en El Boquerón. Fuente: Historia de El Salvador, Tomo I (1994).
Ilustración de Mociño y sus acompañantes (entre ellos José Matías Delgado) en El Boquerón. Fuente: Historia de El Salvador, Tomo I (1994).

Durante su estancia en Guatemala, Mociño colectó varios ejemplares de quetzales que permanecieron en España guardos en cajones por varios años. No fue sino hasta 1831 que Pablo de la Llave, un antiguo discípulo de Mociño, publicó la descripción científica de los quetzales colectados por su profesor; los quetzales (probablemente) ya eran conocidos por algunos naturalistas pero nunca habían sido descritos formalmente. De la Llave le dedicaría, de forma emotiva, el nombre científico del Quetzal a su maestro: «le dí el nombre de Mociño, para conservar en la Ornitología la memoria de este célebre naturalista desgraciado». Casi doce años después de la muerte de Mociño, el Quetzal dejó el mundo de la mitología e «ingresó al mundo científico con el nombre de Pharomachrus mocinno».


Ilustración de Canella winteriana realizada duante la expedición. En Flora de Guatemala el habitat de esta especie únicamente se describe como: «Habitat in australibus Sonsonate montibus» (Habita en las montañas del sur de Sonsonate). Uno se pregunta si la ilustración quedó inconclusa debido al terremoro que sufrieron Mociño y De la Cerda.
Ilustración de Canella winteriana realizada duante la expedición. En Flora de Guatemala el habitat de esta especie únicamente se describe como: «Habitat in australibus Sonsonate montibus» (Habita en las montañas del sur de Sonsonate). Uno se pregunta si la ilustración quedó inconclusa debido al terremoro que sufrieron Mociño y De la Cerda.

Hoy en día, muy poco se menciona sobre el paso de Mociño y sus acompañates por el país; «es impresionante el olvido en que ha caído...». La razón puede ser que solo unos cuantos hallazgos de esta expedición hechos en El Salvador han llegado a nuestros días; la pérdida de sus muestras en el terremoto de San Salvador fue una condena al olvido. Sorprendentemente, casi 220 años después, todavía se publica material inédito que estos científicos recolectaron en Nueva España. Quizá en el futuro descubramos más acerca de lo Mociño, «el más grande de los científicos de Nueva España», vio en nuestro país en 1798; mientras tanto, podemos empezar con recordar que los miembros de aquella expedición fueron probablemente los primeros naturalistas (en el sentido moderno de la palabra) en poner un pie sobre lo que hoy es El Salvador.




 
 
 

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